El término autoestima es una de esas palabras escurridizas, por profundas, que solo ciertos expertos logran darle un sentido luminoso. Trataré de montarle cacería y espero correr con suerte y poder expresar lo que me mueve.
Sé que la autoestima la aprendemos de niños, por no decir en la cuna. Tal vez no deba usar la palabra aprender porque es más un recibir. Recibimos el afecto honesto de nuestros padres que nos aman sin nada a cambio, nos enriquecen con esa atención que nos hacen sentir importantes, útiles, queridos y, sobre todo, bienvenidos.
Padres que amenazan o que trafican con el amor volviéndolo un objeto de intercambio, o que solo se quejan deciéndole incapaz, torpe y bobo a su crío, creo que le dan vida a un persona con baja autoestima.
Eso sucede a nivel familiar, y quiero hacer aquí una pregunta: ¿A nivel de sociedad no sucede lo mismo?
Ahora no son los padres quienes nos elogian si les damos algo a cambio, son los vecinos, son los medios, son los compañeros de trabajo o de estudio los que nos llevan por un camino que nadie dudaría en llamarlo tóxico. Son los medios los que no creen que somos capaces de nada, porque no apoyan a nadie que esté haciendo la diferencia. Son comunes las frases como: eso nadie lo ha hecho, o eso nunca se ha hecho así, o ésta: ¿Quién se cree usted para poder hacerlo? O la versión elegante para desanimar y descalificar es buscar una razón técnica: dicen mirándonos fijamente a los ojos: faltan recursos económicos, humanos o cognoscitivos.
Quiero hacer una tercera salvedad con esta pregunta: ¿Y los negros como étnia no sufrimos de baja autoestima o la que tenemos basta?
¿Sí somos vecinos cariñosos? ¿Sí celebramos los hechos de los otros y hacemos sentir importantes a las personas que nos rodean? Dar la bienvenida a alguien, es aceptarlo así como viene, no como yo quisiera que fuera. ¿Nosotros sí nos aceptamos, así como somos? ¿Nosotros hablamos bien de nosotros mismos?
Pienso que a la final somos víctimas de una aplicación equívoca de autoestima, una en la casa y otra en la sociedad y debemos, casi que elevar este tema a política pública, la de subir la autoestima a nuestra gente. Creo que si alguna universidad hiciese un estudio de autoestima dentro de la comunidad afro, daría unas cifras muy precisas y daría los puntos de partida como refrescar nuestras mentes y corazones y sacar escombros de nuestras almas y deslastrarnos de tanta opresión emocional sufrida en la infancia y así poder ver y tratar de otra forma a nuestros congéneres y ser más felices liberándonos de pesares.
Clara Inés García Vivas