Por: Hans J. Massaquoi

 

Yo sabía que Haley era el autor de “Malcolm X, la autobiografía”, pero nunca había tenido la oportunidad de conocerlo personalmente. Poco después que Charles nos presentó, éste se disculpó bajo el pretexto de tener otra cita, y nos dejó solos. No tardó y Alex me confesó que su matrimonio estaba acabado y que se iba a divorciar. Vivía su cuñada en Roma y pensaba visitarla y convencerla para que declarase a su favor en el proceso, esa era la razón del porqué estaba aquí en Roma. Decía Alex que quería terminar rápido su divorcio porque estaba trabajando en un libro que iba a ser un gran éxito. “Cuando esté picho en plata no quiero ser desvestido hasta la última camisa, ¿me entiendes?”

Como yo sabía que su libro sobre Malcolm X no tuvo mayor resonancia tomé con escepticismo esas expectativas de lograr enriquecerse por medio de un bestseller. Mas sin embargo le pregunté con curiosidad de qué se trataba ese nuevo trabajo. “Logré algo que ningún negro ha logrado hasta hoy.” me dijo mirándome seriamente. “Logré reconstruir mi árbol genealógico hasta África y contacté parientes que aún viven”. Me explicó que se trataba de la historia de su ancestro Kunta Kinte que procedía de Gambia que había caído en manos de traficantes y había sido vendido en la América colonial. Agregó que esa historia en sí era la historia de todos los afroamericanos.

Mientras escuchaba a Alex, la duda que tenía se convirtió en entusiasmo, pensé que este texto fácilmente se convertiría en un éxito. Desde entonces me convertí en seguidor fiel de Alex Haley.

abía sido vendido en la América colonial. Agregó que esa historia en sí era la historia de todos los afroamericanos.

 

Your content goes here. Edit or remove this text inline or in the module Content settings. You can also style every aspect of this content in the module Design settings and even apply custom CSS to this text in the module Advanced settings.

Mientras escuchaba a Alex, la duda que tenía se convirtió en entusiasmo, pensé que este texto fácilmente se convertiría en un éxito. Desde entonces me convertí en seguidor fiel de Alex Haley.

De regreso a los E.U.A. nuestros caminos se cruzaban con frecuencia. Cada vez le preguntaba de cómo iba el libro y me respondía que estaba trabajando en él. Pasó el tiempo, los años y el libro no salía, hasta pensé que ese trabajo nunca se concretaría. Así que decidí, para no agotar a mi amigo, dejar de averiguar acerca de Kunta Kinte.

Pero un día, después de una conferencia, me dijo: “Sabías que ya terminé el libro, me falta solamente ubicar un título y pasa a impresión”. Me preguntó cuál título me parecía más adecuado: “Antes de esta ira” o “Raíces”. Yo le dije que el primero me sonaba más y que con “Raíces” no se iba a vender un solo libro. Esta fue una de mis más calamitosas metidas de patas porque la historia me contradijo por completo.

Gracias a Dios Alex fue lo suficientemente lúcido, desechó mi opinión y pocos meses después “Raíces” se convirtió en el bestseller del siglo y convirtió a Alex en una figura mundial, y así como lo había predicho, en un hombre súper rico.

En todo el país la gente hacía cola en las librerías para adquirir el libro,

libro que logró en 4 meses vender 1 millón de copias. En Alemania se pagaron 260.000 dólares por los derechos, suma más alta jamás pagado por las regalías de un libro extranjero. Supe de boca de Alex que había sido traducido a 31 idiomas y vendidas 7 millones de copias.

Cuando la televisora ABC convirtió a “Raíces” en una miniserie de televisión invirtiendo 6.5 millones de dólares en su producción, acompañe a Alex a Savannah en Georgia para el rodaje de unas escenas en un barco negrero, barco construido solo con ese propósito. Esta serie atrapó a 31 millones de televidentes solo en los E.U.A. y demostró que los temas negros sí le interesan a un público blanco.

A lo largo de varias entrevistas que le hice a Alex Haley, él me confesó que ese proyecto casi lo induce al suicidio. Después de que no había podido cumplir el quinto plazo de entrega, le prometió a su editor tener el libro listo en medio año, a pesar que sabía que para utilizar la información recogida tendría que haber pedido dos años de plazo. Entonces cuando se propuso relatar el transporte marítimo de Kunta Kinte a América, no fue capaz de avanzar. Me preguntaba, me decía Alex, que derecho tengo aquí sentado cómodamente para relatar el interior de un barco negrero. Continuaba contándome que a pesar de estar quebrado logró conseguir el dinero para

un viaje de Liberia y montarse de regreso a los E.U.A. en un carguero. Una vez en alta mar pasaba las noches en las bodegas del barco. Se desvestía quenado en calzoncillos y se acostaba sobre cualquier tabla para sentir algo parecido siquiera a lo que vivió su antepasado.

Una noche, estando muy deprimido por no hallar ideas y palabras, se dirigió a cubierta. De repente todos sus problemas lo asaltaron: las deudas, el plazo de entrega y su dificultad de sentirse como Kunta Kinte. Estando parado allí pensó en librarse de todo y simplemente saltar. Me insistía Alex que sintió euforia. Esa era la solución para dejar atrás todos los líos en los que estaba. “Estuve a un pelo de hacerlo, pero percibí una voz que indicaba desistir de ese propósito y que retomara la escritura. Yo sabía quién me estaba llamando: Bell, Kizzy, Chicken George, Cousine Georgia, mi abuela, todos mis antepasados”. Con sus últimos alientos logró alejarse de la baranda y regresar a su camarote donde empezó a llorar por horas. Y esa misma noche bajó de nuevo a la bodega y logró la conexión. De ahí en adelante no tuvo problemas para terminar esa importante historia.

Fuera de esa anécdota, Alex me contó que él para escribir se tenía que sentir perfectamente limpio. “Había días que me bañaba hasta ocho veces y me ponía cada vez interiores frescos.” y para justificar esa manía me decía: “A nadie molesto con eso; solo gasto más ropa.” Alex Haley también se lava las manos 50 veces cuando está revisando sus manuscritos, asunto que equiparaba con un cirujano que con un escalpelo realizaba una complicada cirugía … Para Alex el color favorito es verde y compra cosas innecesarias, solo porque son del color verde…

Alex también me contó que se había convertido en escritor por una especie de casualidad. A los 17 años se enroló en la Guardia Costera de los estados Unidos de América después de dejar abruptamente sus estudios. En la Fuerza obtuvo un puesto de cocinero.

Cuando se aburría a bordo del barco, que durante la guerra mundial patrullaba el Pacifico Sur, sacaba su máquina de escribir y redactaba todo tipo de textos, especialmente cartas de amor que le encargaban sus compañeros. Redactaba artículos sobre la guerra en el mar y los remitía a las revistas en casa, donde uno que otro fue publicado. Su talento fue captado por sus superiores que lo promovieron a periodista. En el año 1959, después de 20 años de servicio, abandonó la vida de mar e inició una carrera de escritor independiente.

Realizó varias entrevistas para el Playboy entre ellas una con Miles Davies el trompetista de Jazz, y otra con Malcom X. De esa entrevista surgió la biografía que Haley escribiera sobre el líder negro. Su gran logro o locura fue reconstituir su árbol genealógico, que lo llevó hasta el África buscando sus raíces.