Parece albergar este título una contradicción, porque Marmato es conocido mundialmente y hace siglos, por el oro y no por el café. Ciertamente a este municipio caldense lo marca el oro, pero al mirar con atención, como solo lo puede hacer una lugareña, se destaca que donde no hay minas, su laboriosa gente cultiva la tierra, produciendo plátano, yuca, café y cacao.

No se puede culpar al observador de relegar en su mirada al café, porque Marmato, en su zona minera, presenta un espectáculo único. Una gran montaña que reposa su base en el río Cauca se erige hasta más de 1.300 metros de altura y esa gruesa montaña la perforan igualmente cientos de kilómetros de socavones buscando la veta recargada del codiciado mineral.

Todo gira, en el llamado „Pesebre de Oro“alrededor de la minería, tanto que no hay trazado urbano y lo poco que hubo, se lo ha tragado la tierra literalmente, ya que la montaña taladrada es inestable. El oro engendra riqueza y engendra contrastes.

Luisa Castro, es una mujer nacida y criada en Marmato, que se ha preparado para conocer esa montaña desde la ciencia al estudiar geología en la Universidad de Caldas. Ejerciendo su profesión trabaja en una de las empresas mineras de la región. Ella, porque su familia es minera, sabe que el oro es celoso y dominante y no le es ajeno que la gente olvida la vida por perseguir el mineral.

Prevenida ante este axioma y como fruto de su experiencia, detectó que en su territorio hay otras actividades que no entran en el torbellino de la minería como la agricultura que practican muchos marmateños del norte de ese municipio.

Dentro de su formación académica figuran estudios de recursos naturales dictados por el SENA, donde también se hablaba de recursos renovables, muy diferentes al oro. Ese curso le recordó a Luisa materias vistas en la universidad que hablaban de geología social y empatando esas ideas descubrió un nicho en la caficultura marmateña que debe parecer algo infinitamente diminuto, hablando en términos de cifras de producción al compararla con el oro que produce este municipio, donde millones de dólares auríferos se sobreponen a miles de pesos cafeteros. Mas ésta atenta mujer ve lo que muchos avezados observadores del café perciben de la misma manera: su implicación social, porque más de mil marmateños devengan su sustento de esa agradecida planta.

A Luisa le gustan las cosas con compromiso y entrega, así que hizo un diplomado en altos negocios de café y es barista y catadora.

Basada en esos conocimientos creó un emprendimiento con el diciente nombre de „Marmato Gold Coffee“ y desde el 2022 tiene una tienda en Marmato donde comercializa parte del café que los campesinos de allí producen. El planteamiento de Luisa gira alrededor de especializar al pequeño caficultor marmateño y enseñarle cómo se ha desarrollado la caficultura después de que se rompió el pacto y quedaron libres los precios del grano a nivel mundial; de que aparecieran plagas como la roya o la broca y que la Federación Nacional de Cafeteros dejó ser ese baluarte que significó para el país cafetero durante muchas décadas.

Esta mujer emprendedora y de amable trato le insiste al caficultor local que vea más allá de venderle el grano en bruto a una cooperativa y se encargue de buscarle ma s valor a su producto por medio de un manejo técnico diferente, y a la vez asuma otro rol ante el comercio del grano.

Luisa con las soluciones que le brinda a los pequeños caficultores de Marmato se convierte en alternativa para hacer subir el nivel de vida de esas familias que la montaña de oro no deja ver.

AMAICA