El corregimiento de Arauca, en el municipio de Palestina, Departamento de Caldas, ha atraído gente desde 1860 que era un lugar donde un barquero prestaba sus servicios para pasar gente de un lado del río Cauca al otro.

Con el tiempo se fueron asentando gentes a ambos lados del río quienes vivían del transporte de mercancías conduciendo recuas de mulas y grandes boyadas moviendo sobre todo café. En 1922 se inauguró un puente que le dio aún más impulso a este corregimiento, el que cuenta hoy en día con aproximadamente 1.500 habitantes. Pero fue con la construcción del ferrocarril, en el año 1930, que Arauca creció aún más porque fue escogido, debido al puente, como campamento y taller de la gran obra férrea contando con una amplia estación que hoy en día aún existe.

Vino gente de todas partes de Colombia a trabajar en esta obra que pretendía comunicar el puerto de Buenaventura con el de Cartagena. Entre esos inmigrantes vino Antonio Ricaurte Mena proveniente de Quibdó a quien le gustó la región, se casó y se quedó.

Su hija Marta y sus nietas montaron hace medio año, no lejos de la abandonada estación, enseguida a los rieles, un restaurante que le pusieron el nombre de “Las Delicias de las Mena.”

Razones para dar ese paso había muchas: la falta de empleo sería la primera; la segunda fue que ellas ya tenían un negocio de fabricación de arepas con el cual Marta, viuda desde 1993, crio a sus cuatro hijas y un hijo y las ganas de emprender sería la más importante.

Transitan sobre los rieles y puentes viejos “marranitas” que, impulsadas con una moto, hacen una ruta que pasa por varios municipios aledaños al río Cauca. Muchos ven en estos aparatos, donde se condensa la creatividad del colombiano, un atractivo turístico, siendo su vocación principal movilizar a los campesinos y pescadores ubicados a ambos lados de la trocha del Ferrocarril de Occidente.

El menú que sirven las “Mena”, como son conocidas las mujeres de esta gran familia en Arauca, gira alrededor de la gastronomía paisa donde se destacan el tamal, la bandeja paisa, las chuletas, los fríjoles y el sancocho. El sabor especial lo aporta la leña con la cual se cocina en este interesante emprendimiento. Llama también la atención el esmero con el cual son servidos los platos, donde se ve un afán de atender de la mejor manera al comensal, con la esperanza de que vuelva.

Mientras van preparando los alimentos pasan las ruidosas marranitas saludando los pasajeros a las cocineras, haciendo inocentes chanzas demostrando que en Arauca todos se conocen y que es un corregimiento afable. Los domingos el menú es ampliado y se ofrece, fuera de mondongo, mojarra frita y un delicioso caldo de pescado.

Si fructifica un plan de convertir a estas marranitas en un atractivo turístico publicitando este paseo, que es la experiencia más cercana que se puede vivir en esta región de montar en tren, a estas damas, tan orgullosas de su ancestro chocoano, se les cumpliría el sueño de tener una época dorada basada en mucho trabajo.

AMAICA