Las entrevistas siguen reflejando algo de pandemia. Todo es muy digital. A Maria del Mar le dejé unas preguntas en su wahstasapp que ella me contestó. Esa fue la entrevista.
Por supuesto habíamos hecho visita por teléfono donde pude conocer un poco más a esta mujer de voz sonora, que la opaca un cierto ronco.
La imagino sentada en la mesa de la cocina al frente de su portátil revisando sus redes antes de responder las preguntas que le había mandado el día anterior. No borró un solo mensaje, de un tirón salió todo; ella habla con voz segura. El ambiente huele a café que María está haciendo para ella y su madre. El abanico de pie se esforza por mover la modorra de medio día.
Disfruto este oficio de meterme en vidas ajenas con el afán de visiblizar a la mujer entrevistada.Tenemos mucho que decir, y de verdad me gusta el rol de sostener el micrófono para que nuestras voces sean escuchadas.
Asiento con la cabeza, María suena satisfecha, a pesar de que viene de un mundo lleno de pretensiones como lo es el modelaje y la publicidad, donde se crean apariencias. Ella suena cierta y clara.
De su relato entiendo que para ella son importantes los gentilicios, saber de dónde viene la hacen sentir segura. Vivió su infancia en Guapi y en Cali, es de padres de Timbiquí. La llevan a Palmira donde la tía, como castigo a los ocho años, y allí termina de crecer y se siente muy palmirana ¿o sea que fue más un premio que un castigo? ¿Es el saber su ubicación lo que le da tanta seguridad a María?, me queda esa pregunta.
Con precisión destaca sus atributos y sus logros, habla de sus inicios como bailarina de salsa, de su carrera como modelo, donde dice algo que me llamó la atención: „Todos tenemos una belleza y para modelar no se nesesita estatura o belleza propiamente“. Claro, ella habla de modelar, no de reinados. Y eso es un trabajo que requiere estudio y dedicación, más que atributos físicos.
En el modelaje publicitario ella ha hecho muchos trabajos, especialmente para productos de belleza y también ha hecho videos musicales; me faltó preguntarle si actuaba, supongo que sí porque esta mujer rebosa de talentos y decisión; María no duda, ella hace.
„No me puedo quedar quieta“ dice con cierto afán. „Soy tejedora y me gusta mucho“ y evidentemente ella luce su propia ropa hecha con agujas de crochet y pertenece a una asociación de artesanas, que producen y venden con sede en Palmira. Me es difícil imaginar a esta mujer encontrar el solaz para sentarse y tejer con tranquilidad.
María es hija única y vive con su madre y es según sus propias palabras: „hija cabeza de familia“, apunte que me hizo reír. Es de pocos amigos y los que tiene los ama con toda su fuerza; no me habló de su mundo afectivo, supongo que ese tema lo aparta, seguramente por lo poco gratificante, así somos las mujeres.
Su mirada que detecto en sus fotos es fija y cuando habla de internacionalizar su carrera no me cabe la menor duda que lo va a lograr en menos tiempo del que ella misma lo ha presupuestado.
AMAICA